viernes, 22 de febrero de 2019

I Encuentro de la Protección del Menor en La Iglesia Católica, 21-febrero- 2019



Se ha iniciado dentro del Vaticano, el primer Encuentro internacional de la protección del menor, un gran y necesario avance dentro de la firme decisión de nuestro muy queridísimo Papa Francisco en su compromiso de terminar con los abusos de menores.
El reto "en estos tiempos recios" que pasa La Iglesia Católica (rememorando la frase de nuestra gran Santa española Teresa de Jesús, cuando ella misma inició en el siglo XVI la reforma del Carmelo Descalzo), es fuerte y duro, pero muy justo y necesario. 
Las decisiones que está tomando Su Santidad resultan admirables, enfrentarse con esta cuestión, que desde luego no es plato de gusto, están llevando la Barca de La Iglesia hacia las aguas mansas de paz y reconocimiento del sufrimiento de las víctimas, la verdad y la luz.

El Papa pide perdón a Marek Lisinki que fue víctima siendo niño de abusos, besandole la mano:
Muchas gracias Santidad, rezamos por usted, y para que a partir de ahora termine esta terrible lacra que ha manchado nuestra querida Iglesia, los lobos con piel de cordero no tienen cabida en ella. 
Jesucristo murió también por estos terribles pecados, y nadie que haya cometido tan execrables hechos tiene cabida dentro de sus muros; son muy acertadas sus resoluciones porque la ley del amor que nos enseñó Jesucristo se ve vulnerada por quienes deberían ser ejemplares y se han visto durante años amparados por el silencio y la ocultación.

También rezamos por los frutos seguros de este Encuentro, publicamos el tweet de hoy del Papa Francisco: 
"Señor, líbranos de la tentación de querer salvar nuestra reputación y a nosotros mismos; ayúdanos a asumir la culpa y a buscar juntos respuestas humildes y concretas, en comunión con todo el pueblo de Dios."
Informes de hoy día 22-2-2019
Terminamos con las palabras de la Doctora Linda Ghisoni manifestadas dentro del Encuentro, en la página de vatican,va siguiente se encuentra toda la información completa:
"De rodillas y en comunión, la respuesta es solidaridad y no omisión".
hace 3 horas - Renato Martinez – Ciudad del Vaticano. “Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados ...

Palabras finales del Encuentro pronunciadas por el Papa Francisco en la Santa Misa de reparación (quienes como católicos o profesionalmente hemos conocido algunos de estos casos de abusos de menores sabemos y corroboramos que detrás de un falso sacerdote que abusa de un niñ@ se encuentra el maligno. Pero nunca se debe de perder la esperanza porque también se encuentra el Arcángel San Miguel y su Milicia celestial con el Ángel de la Guarda luchando en la defensa del niñ@ con mucho más poder y fortaleza, de ahí la importancia de que los mayores se involucren para ayudarles y que consigan salir adelante en la vida recuperando su dignidad):

La valentía de nombrar la maldad del abuso

El encuentro de cuatro días para la protección de los menores termina con el discurso de Francisco. Pero el trabajo para combatir el fenómeno de una manera cada vez más eficaz no termina

ANDREA TORNIELLI
"Detrás de esto está Satanás." Francisco añade esta frase al discurso final de la reunión para la protección de los menores. Al final de la Misa en la Sala Regia, aún con los ornamentos litúrgicos puestos, el Papa habló de manera valiente y realista de este fenómeno vergonzoso. "En estos casos dolorosos -dijo- veo la mano del mal que ni siquiera perdona la inocencia de los pequeños. Y eso me lleva a pensar en el ejemplo de Herodes que, impulsado por el miedo a perder su poder, ordenó la masacre de todos los niños de Belén". Ya en el pasado, durante una conversación con periodistas en el avión, Francisco había comparado el abuso con "una misa negra". Así que "detrás de esto está Satanás", la mano del mal. Reconocerlo no significa olvidar todas las explicaciones, ni disminuir las responsabilidades personales de los individuos y grupos de la institución. Significa colocarlos en un contexto más profundo.
En su discurso, el Papa habló de abusos en el mundo, no sólo en la Iglesia. Esto para manifestar una preocupación del padre y del pastor que no pretende en modo alguno disminuir la gravedad de los abusos perpetrados en el ámbito eclesial, porque la abominable inhumanidad del fenómeno "se hace aún más grave y escandalosa en la Iglesia". Los padres que habían confiado sus hijos y jóvenes a los sacerdotes para que los educaran introduciéndolos en la vida de fe, los han visto regresar con el cuerpo y el alma irreparablemente y permanentemente heridos. En la justificada cólera del pueblo, explicó el Papa, la Iglesia "ve el reflejo de la ira de Dios, traicionada y abofeteada por estas personas consagradas deshonestas".
El grito silencioso de los maltratados, el drama irremediable de sus vidas destruidas por los consagrados transformados en orcos corruptos e insensibles, resonó estruendosamente en la sala del Sínodo. Perforó los corazones de los obispos y de los superiores religiosos. Eliminó las justificaciones, los alambiques legales, la frialdad de las discusiones técnicas, la búsqueda de refugio en las estadísticas. La gravedad absoluta del fenómeno se ha convertido en la conciencia de la Iglesia universal como nunca antes había ocurrido.
En su discurso de clausura, Francisco quiso dar las gracias a los numerosos sacerdotes y religiosos que dedican su tiempo a proclamar el Evangelio, a educar y proteger a los pequeños e indefensos, entregando su vida en el seguimiento de Jesús. Mirar el abismo del mal en la cara no puede hacernos olvidar el bien, no por tomas inútiles de orgullo, sino porque necesitamos saber dónde mirar y a quién seguir como ejemplo.
Pero el encuentro en el Vaticano no fue sólo un puñetazo en el estómago que hizo a los participantes más conscientes de la acción devastadora del mal y del pecado y, por lo tanto, de la necesidad de pedir perdón invocando la ayuda de la gracia divina. La cumbre también da fe de la firme voluntad de dar contenido a partir de los próximos días, con opciones operativas eficaces. Porque la conciencia de la gravedad del pecado, y la constante llamada al Cielo a implorar la ayuda que caracterizó el encuentro en el Vaticano, van de la mano de un renovado y operativo compromiso, para asegurar que los ambientes eclesiales sean cada vez más seguros para los menores y los adultos vulnerables. Con la esperanza de que este compromiso se extienda también a todos los demás sectores de nuestras sociedades.
   

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