Nada más fuera de la realidad, porque olvidan que detrás de todo hay una manipulación del lenguaje y de las mentalidades, sin tener en cuenta que existen otros factores esenciales que resultan vulnerados. La verdadera libertad no se puede fundamentar ni debe vulnerar los derechos de ninguna persona, ni los morales.
Con el pretendido derecho al aborto, se olvida y abandona al ser humano más indefenso, al que se le niega el derecho a la vida; y por no tener no tiene ni derecho a una muerte sin dolor, y a un entierro digno (en España ya se ha reconocido por el Tribunal Constitucional, en Sentencia dictada en febrero de 2016, el derecho de una familia a enterrar a su Bebé abortado, es una puerta abierta a la esperanza y se hará un Comentario explicativo aparte).
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Se le desprecia y descarta como si fuera un desecho y como si su pequeña única e irrepetible vida, tan llena de ilusiones y esperanzas, molestara a una sociedad consumista y ególatra.
Y con la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, se ataca a la familia, que es el pilar fundamental de la sociedad, y el fundamento de la Iglesia católica, y su moral.
Todas las personas tenemos la misma dignidad como seres humanos, y debemos ser respetados de igual manera. Es precisamente en la intimidad de las personas donde no se puede entrar; pero cuando esa intimidad se extrae de su contexto y se quiere elevar a un derecho público, es cuando se vulneran otros derechos de los demás mantenidos desde hace siglos que se deben de respetar.
Desde mi profesión de Juez, he visto el verdadero dolor de un joven homosexual de 28 años, que llegó a perder la razón por su situación; el sufrimiento de quien no pudo, ni tuvo fortaleza para asumir la realidad de su tristemente truncada razón; mi intervención en su vida no pudo ser otra que declarar judicialmente su Incapacidad, ese episodio como otros tantos donde he visto tan de cerca el dolor de un corazón, se ha quedado marcado también en mi vida.
Ningún joven ni ninguna joven, ninguna persona, tiene que sufrir por situaciones similares, ni ser discriminados, ni maltratados, ni que se les falte el respeto; muy al contrario, son muy sensibles porque han sufrido mucha discriminación en el pasado, merecen y es un deber y una obligación que sean tratados con la misma dignidad que todos los demás.
Pero cuando se emplea el término matrimonio que desde siglos se ha utilizado por La Iglesia y civilmente, para calificar a la unión entre un hombre con una mujer; para definir otro tipo de uniones distintas. Es cuestión no solo de concepto sino de respeto para todos, y se está vulnerando la libertad religiosa y no se puede confundir con la discriminación.
El Tribunal Supremo dicta leyes que estamos obligados a cumplir; pero es otra la ley que rige y mueve los actos dentro del corazón y ahí solo manda el Señor.
Arco en las nubes como señal de la Alianza que para las generaciones perpetuas puso Dios en el cielo entre Él y nosotros y toda alma viviente que nos acompañe (Noé, Génesis 9,12).
Nuestro muy queridísimo Papa Francisco nos define el Matrimonio: "Es el Sacramento del amor de Cristo y de La Iglesia, un amor que encuentra en La Cruz su prueba y su garantía".
Esperemos que así se llegue a entender por quienes tienen autoridad para decidirlo, porque aunque se utilice y se quiera conceder otro sentido, el Matrimonio es entre hombre y mujer.

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